TRUMP, ¿OPOSICIÓN CONTROLADA?
Para algunos, es un outsider que desafía a la élite globalista; para otros, es un actor más del mismo sistema al que dice oponerse. ¿Cual es la verdad?


El nombre de Donald Trump genera fuertes reacciones en todo el espectro político. Para algunos, es un outsider que desafía a la élite globalista; para otros, es un actor más del mismo sistema al que dice oponerse. ¿Cuál de estas visiones se sostiene con hechos? ¿Qué es verificable y qué entra en el terreno de la especulación?
Este artículo busca abordar el tema con equilibrio, sin caer en simplificaciones ni teorías infundadas. Quien escribe lleva más de ocho años investigando a este peculiar presidente estadounidense; dicha indagación comenzó, justamente, impulsada por esta duda.
Trump, entre dos mundos
De Donald Trump se pueden decir muchas cosas, menos que sea predecible o una personalidad fácil de desentrañar. Desde mi punto de vista, este ha sido su mayor activo político durante años: una cualidad que le permitió cerrar innumerables acuerdos y pactos, y que lo llevó hasta la cima de la Casa Blanca. Pero esa manera "líquida" de proceder y comunicar se está convirtiendo hoy en su mayor pasivo. En menos de un año de su segundo mandato, ha comenzado a ser cuestionado, no ya por sus adversarios políticos, sino por su propia base de seguidores leales, quienes exigen una mayor coherencia entre la retórica y los hechos.
El hecho de que Trump parezca impredecible, contradictorio y desordenado rompe con la lógica tradicional de la política moderna, donde se asume que los líderes responden a ideologías, partidos o planes coherentes. Esto lleva a algunos investigadores a buscar explicaciones conspirativas para restaurar la lógica; se imagina un cerebro externo, un gran titiritero que da sentido a ese caos: Bannon, Mercer, Thiel, Putin, Musk, Adelson, Netanyahu, Yarvin...
Cada grupo proyecta sus propios miedos y esquemas mentales, buscando un “maestro” que explique lo que no comprende o no quiere aceptar. En realidad, esa búsqueda obsesiva de un gran titiritero detrás de Trump dice más del analista que del propio Trump.
*Los progresistas culturales veían a Steve Bannon como el supuesto titiritero; su miedo proyectado era el fascismo y el supremacismo blanco.
*Los globalistas neoconservadores y liberales clásicos veían a Vladimir Putin como el titiritero máximo; su miedo proyectado era la geopolítica autoritaria (de allí la farsa del Russiagate)
*Los antisemitas ven a la familia Adelson o a Netanyahu como los titiriteros; su miedo proyectado es el del control israelí o judío.
*Los technoescépticos señalan a Peter Thiel, Curtis Yarvin y Elon Musk; temen al capitalismo tecnocrático y transhumanista.
Cada uno nombra a su “villano favorito” y lo coloca detrás del trono. El sesgo de confirmación hace el resto del trabajo.
Los hechos: el entorno de Trump y su trayectoria.
Donald Trump es, objetivamente, parte del 1 % más rico del planeta. Su carrera comenzó en el negocio inmobiliario y luego se expandió hacia el entretenimiento y la política. Su imagen pública como millonario exitoso y estrella de televisión (The Apprentice) lo convirtió en una figura mediática décadas antes de llegar a la presidencia. Esta proyección superó el alcance nacional y fue uno de los cinco factores decisivos de su victoria.
Durante su primer mandato (2017–2021), nombró a ejecutivos de grandes corporaciones, exdirectivos de Goldman Sachs, generales del ejército y figuras del establishment republicano a su gabinete. A simple vista, esto mostraba que no actuaba completamente al margen de las estructuras tradicionales del poder económico y político estadounidense. En mis dos libros Trump contra el globalismo, Tomos I y II, analizo a los miembros de su gabinete, su manera de pensar, las relaciones de poder y la autonomía del presidente. Allí demuestro que muchas de las figuras que sirvieron en su gobierno eran, en cierta forma, desertores del "Estado Profundo" —o eso parecían ser. Cuando Trump descubría las verdaderas intenciones de sus secretarios, los respaldaba o los destituía. Su primer mandato fue una carnicería de despidos en ese sentido. También tuvo que dejar fuera a varios leales debido a la presión mediática. Todo está detallado en mi investigación.
Este segundo mandato (2025–...) comenzó con un gabinete de leales MAGA, mucho más confiables en el plano ideológico; por ello, la rotación es mucho menor. Aunque algunos nombramientos han despertado suspicacias, nuevamente se trata de dudas infundadas si se investiga a fondo.
Hechos verificados:
*Trump proviene de una élite económica y mantiene vínculos con grandes centros de poder.
*Ha tenido un discurso consistentemente nacionalista y crítico con instituciones globalistas.
*Muchas de sus políticas favorecieron a sectores empresariales poderosos pero también a las clases medias que prometió defender.
*Trump ha tenido relaciones (personales y comerciales) con diversos miembros de la élite económica mundial, incluidos banqueros, empresarios, líderes religiosos y figuras mediáticas. Pero su postura ha sido siempre transaccional y de una cordialidad no subordinada. Finalmente, las personas "cuestionables" que estuvieron en su gabinete cumplieron sus directivas, y no al revés. Fue el presidente quien marcó siempre la agenda.
Especulación sin pruebas sólidas:
*Que actúe como un agente controlado por una élite oculta o una persona "todopoderosa" por detrás.
*Que sea parte de una conspiración globalista secreta.
La verdad: Trump es un operador de poder, no un instrumento.
Trump es un líder populista con un enfoque nacionalista, que opera dentro del sistema de poder, pero que ha intentado redefinir parte del discurso y la agenda política en EE. UU. No es completamente ajeno al establishment; sin embargo, ha emprendido una lucha contra la ortodoxia globalista.
Absorbe ideas, las distorsiona y las usa según su necesidad. No tiene fidelidad intelectual ni subordinación estratégica. Tampoco se subordina a quienes aportan a sus campañas; recordemos que financió con su propio dinero gran parte del gasto, justamente para mostrarse independiente.
La mayoría de las acusaciones entra en el terreno de la teoría de la conspiración política: que un empresario rico “mueve todos los hilos”, etc. Si bien existe poder económico y de lobby, eso no garantiza control total.
Si alguien intenta influirlo, él los pasa por encima, no al revés. Por eso, todos los supuestos “cerebros” que lo controlaban terminaron desplazados o marginados:
*Bannon, despedido. Sigue apoyando a Trump, pero en algunos puntos es crítico, pasó al olvido en esta segunda administración.
*Adelson, usado y olvidado. Su deseo máximo era una guerra prolongada contra Iran, incluso utilizando bombas nucleares. Al final de su primer mandato, Sheldon Adelson fue contra el reclamo de fraude electoral de Trump. El primer ministro israelí hizo lo mismo reconociendo rápidamente la victoria de Biden. Trump se enojó con ellos, sin embargo no se rompió el vínculo.
*Benjamín Netanyahu, relación ambigua. Recientemente Trump afirmó que no permitiría la anexión de Cisjordania, pretendida por Netanyahu. Trump también reconoció una crisis humanitaria en Gaza y envió ayuda. Al mismo tiempo negó las visas a las autoridades palestinas para la última Asamblea en la ONU. (El verdadero vínculo entre Trump e Israel)
*Thiel, decepcionado y retirado. Lo apoyó en 2016 pero no en el 2024. Refiriéndose a Trump dijo: “Fue más loco de lo que pensaba”, “más peligroso de lo que pensaba” y que las cosas no habían sucedido como esperaba (The Guardian).
*Musk, crítico intermitente. Un gran comienzo juntos, que terminó en un gran enfrentamiento. (La pelea del siglo)
*Yarvin, sin ninguna relación real. La influencia que se le atribuye coincide con la influencia del Project 2025 creado por otras personas. No hay causalidad probada.
*Klaus Schwab, ya no preside el Foro de Davos. En el 2022 en honor a la verdad me vi forzado a escribir un artículo desmintiendo el bulo de que Trump era el títere de Davos. El tiempo me dio la razón, pero puedes leerlo (aquí).
El discurso anti-globalista de Trump
A pesar de sus vínculos con ciertos sectores y países polémicos, Trump construyó una plataforma política con un fuerte enfoque nacionalista y anti-globalista, al menos en lo retórico.
Veamos algunos ejemplos::
*Promovió el lema “America First”, rechazando acuerdos multilaterales en los hechos.
*Atacó el socialismo y cada vertiente del progresismo woke (ideologías microglobalistas).
*Salió del Acuerdo de París sobre el cambio climático (agenda verde de la elite global).
*Cuestionó organismos internacionales como la ONU y la OTAN.
*Impuso barreras comerciales, especialmente a China, y renegoció tratados como el NAFTA.
*Desmanteló la USAID 2025 (fuente de recursos para la agenda globalista por todo el mundo).
*Se opuso explícitamente a las CBDC (monedas digitales de Banco Central)
*Salió de la UNESCO y la OMS.
Este tipo de postura lo colocó en la vereda opuesta a la de los sectores que promueven “la cooperación global, el libre comercio y políticas migratorias más abiertas”. Por eso, para muchos de sus seguidores, Trump representa una oposición real al globalismo, entendido como un modelo que disuelve fronteras económicas, políticas y culturales.
La teoría de la “oposición controlada”
En contraposición a la narrativa anti-élite, algunos sostienen que Trump es simplemente otra cara del mismo sistema. Esta visión sugiere que su figura sirve para canalizar el descontento popular sin representar una amenaza real para los intereses globalistas. Se le tacha, entonces, de “oposición controlada”.
Estas teorías son comunes en foros alternativos, canales conspirativos y plataformas como YouTube, especialmente en círculos liberales como "Los liberales", de Nicolás Morás, y "Terapia Liberal", del ex masón Nicolás Martínez Lage. Señalan que, a pesar de su retórica, muchas de sus políticas beneficiaron a grandes corporaciones (como las rebajas fiscales a los más ricos) y mencionan sus vínculos con financiadores como Musk, Adelson y supuestas conexiones con agendas tecnocráticas o sionistas.
Sin embargo, no existe evidencia concreta ni documentación verificable que pruebe que Trump esté directamente controlado por una élite secreta o que forme parte de un plan coordinado por intereses globalistas ocultos. Algunos periodistas marginales insisten en que figuras como Curtis Yarvin influyen en Trump o marcan su agenda para fortalecer el poder ejecutivo, sin considerar que muchas de estas políticas también podrían provenir del Project 2025 de la Heritage Foundation. Incluso Trump ha dicho públicamente que no conoce en profundidad ese proyecto.
Aquí no hay causalidad directa, sino sincronía de necesidades. Trump necesita fortalecer el poder ejecutivo porque los actores contra los que compite son extremadamente poderosos, y su propio margen de acción está limitado. Hay una tendencia a personalizar o intelectualizar en exceso ciertos movimientos políticos, como si figuras como Yarvin fueran los arquitectos ocultos del trumpismo, cuando en realidad muchas veces se trata de convergencias estructurales, no de relaciones de causa y efecto.
La narrativa de una “agenda única detrás de Trump” termina reforzando un relato progresista funcional al orden liberal: “el populismo no es una reacción legítima, sino un plan autoritario disfrazado”.
¿Está Curtis Yarvin influyendo a Trump?
No directamente. Curtis Guy Yarvin (n. 1973), también conocido como Mencius Moldbug, es un teórico político, blogger y desarrollador de software estadounidense. Es conocido por sus ideas radicales en el marco de la llamada Ilustración Oscura (Dark Enlightenment) o movimiento neorreaccionario (NRx). Ya fue mencionado en el tomo II de mi libro como uno de los cinco ayudantes informales que colaboraban con el periodista Milo Yiannopoulos para escribir artículos en Breitbart News.
Yarvin es un pensador marginal que ha ganado notoriedad en ciertos círculos por teorizar sobre la “monarquía CEO”, la disolución de la democracia liberal y la necesidad de un poder ejecutivo fuerte y tecnocrático. Es amigo de Peter Thiel, personaje que abordaremos más adelante.
Pero es importante destacar que Yarvin:
*No tiene relación directa con Trump.
*Trump no ha citado ni parece haber leído a Yarvin.
*Aunque algunas ideas parezcan similares (fortalecer el ejecutivo, enfrentarse al "estado profundo"), esto no prueba influencia directa, sino afinidad funcional o paralelismo de necesidades.
¿Qué es el Project 2025?
El Project 2025 de la Heritage Foundation es un plan de gobierno elaborado por este think tank conservador antes de la victoria de Trump en las elecciones de 2024, diseñado para un posible segundo mandato republicano. Tiene cuatro ejes principales: 1-Desmantelar el "Estado administrativo" (burocracia autónoma). 2-Reformar el aparato judicial y legal. 3-Reinstituir valores conservadores cristianos. 4-reforzar el poder presidencial. Este último punto resuena con la idea de Yarvin, pero proviene de otro lugar: del conservadurismo institucional estadounidense frustrado con décadas de obstrucción legal, judicial y administrativa.
No hay que buscar una mente maestra, sino entender que Trump, como figura ejecutiva, tiene un incentivo directo a ampliar su poder. Las élites conservadoras y nacionalistas desean desmontar un aparato estatal que perciben como hostil. Pensadores radicales como Yarvin teorizan lo que ya muchos ven como necesario. Por tanto, la sincronía es producto de una necesidad común, no de una imposición o influencia ideológica.
Algunos periodistas liberales o progresistas, tiende a buscar ideólogos oscuros detrás del trumpismo, tal vez como una forma de desacreditar el movimiento vinculándolo a teorías elitistas o autoritarias. También es una forma de subestimar que el trumpismo nace principalmente de una reacción visceral, no filosófica, ni teórica particular.
¿Peter Thiel el nuevo maestro titiritero de Trump?
Peter Thiel es un empresario, inversionista y multimillonario estadounidense, posiblemente vinculado a los servicios de inteligencia. Cofundador de PayPal y Palantir Technologies, fue uno de los primeros inversores en Facebook. Es una figura influyente en Silicon Valley y se caracteriza por sus ideas libertarias y tecnocráticas.
Aunque apoyó a Trump en 2016 y a candidatos afines como J.D. Vance o Blake Masters, su relación con Trump es estratégica, no jerárquica. Thiel ha marcado distancia en varias ocasiones y no financió la campaña presidencial de 2024. Su pensamiento es más tecnocrático, libertario y futurista que el populismo emocional y nacionalista de Trump.
Si Trump se dejara guiar por Thiel, no hablaría de inmigración, ni de aranceles, ni de nacionalismo económico.
La idea de que “Thiel domina a Trump desde las sombras” y que hay una agenda única que dirige ambos partidos resulta exagerada y errónea. Esa lectura puede ser válida al analizar la historia de EE. UU. antes de 2016, pero con la llegada de Trump, esa afirmación pierde fuerza.
Thiel es sin duda una figura influyente, pero no existe evidencia de que actúe como un titiritero omnipotente sobre todo el movimiento MAGA y Trump. En política hay siempre muchos factores, choques de poder, intereses contrapuestos o paralelos, limitaciones institucionales etc.
Se suele mencionar que la empresa de Thiel, Palantir, se ha convertido en contratista del gobierno y la defensa estadounidense (BD), demostrando supuestamente con ello una complicidad de Trump en la agenda tiránica de la elite. Es cierto que el patrón de adjudicación de contratos (software gubernamental, IA, defensa) hace que parezca que Palantir está bien posicionada para beneficiarse de la agenda de fortalecimiento del ejecutivo, reducción de burocracia, impulso tecnológico, vigilancia etc. Pero “estar bien posicionada” puede ser resultado competitivo de capacidades técnicas, de buenos equipos de lobbying, de que ofrecieron buenas propuestas, o de alinearse—o adaptarse—con lo que el gobierno está demandando (por ejemplo plataformas de datos, interoperabilidad, liderazgo en Inteligencia Artificial, etc. Palantir tiene esos productos), más que de una conspiración coordinada.
Es cierto que desde el Foro de Davos, Bill Gates y el Partido Comunista Chino se viene impulsando desde hace ya un tiempo, la idea del establecimiento de un Sistema de Credito Social chino en Occidente, el mismo es un sistema totalitario de control digital donde se hace un ranking ciudadano donde se premia o castiga al mismo atendiendo su conducta y lealtad al partido. La pandemia del Covid-19 aceleró ese "reseteo" hacia un sistema de mayor control y vigilancia sin importar el color del partido político. Ahora se argumenta que ese plan continúa via Peter Thiel quien forma parte de esa elite globalista de Davos sedienta de poder. Pero es necesario matizar la "complicidad" de Donald Trump en ese entramado:
1-El presidente no forma parte de ese club, incluso denunció las nuevas amenazas a la libertad en los tiempos modernos.
2-El control digital absoluto tiene dos brazos, el primero es la identificación digital biométrica, el segundo es la instauración de las CBDC (Monedas Digitales de Banco Central). Sin las primeras (Identificación Digital) no puede existir las CBDC. Trump dijo explícitamente que se oponía totalmente a las CBDC.
3-El uso de las establecoin fortalece el dolar como patrón internacional e impide la instauración de una moneda única global desnacionalizada o privada (como quiere la elite).
4-Trump impidió al globalista CEO de Meta la instauración de una moneda global llamada Libra a través de Facebook.
Que haya coincidencia de intereses entre los productos que ofrece Palantir y lo que requiere el Pentágono para liderar la carrera en IA, no es lo mismo ni prueba de que existan directrices secretas, ni que Thiel esté “controlando como un títere” a la administración Trump, y que éste sea un presidente más, igual que los anteriores liberticidas como los Clinton, Bush y Obama.
Las discrepancias que Thiel mismo ha admitido de que se equivocó y que algunas cosas no funcionaron como él esperaba, sugieren que su expectativa de control o influencia no se ha cumplido en toda la magnitud que algunos le atribuyen.
Las contradicciones y la percepción pública
Parte de la confusión surge de sesgos de confirmación o de las aparentes contradicciones entre el discurso y la acción:
*Mientras Trump hablaba contra Wall Street, nombraba en el Departamento de Tesoro a un banquero globalista de alto nivel. Sin embargo Mnuchin siguió la agenda MAGA dictada por su jefe.
*En este segundo mandato Scott Bessent un hombre del CFR y ex socio de Soros, sigue a la perfección los lineamientos de Trump y el equipo económico.
*Trump denunciaba la influencia de las élites, pero su círculo cercano incluía a multimillonarios y lobbistas vinculados al globalismo.
*Rechazaba los acuerdos multilaterales, pero no eliminó por completo la influencia de EE.UU. en organismos globales. Puede deberse a una estrategia gradual que dijo que implementaría en 2016.
Estas aparentes incongruencias alimentan tanto las críticas desde la izquierda (que lo acusan de populismo vacío) como desde sectores conspirativos (que lo consideran un “actor más” del sistema). Su falta de políticas absolutas dificulta encasillarlo como muchos esperan.
Conclusión: Trump no es títere de nadie
Trump no sigue agendas externas. Desde 2016 ha demostrado que toma ideas prestadas de múltiples sectores (conservadurismo tradicional, derecha alternativa, populismo europeo, nacionalismo económico), pero las reformula a su manera, sin lealtad ideológica fija. Ni Heritage, ni Thiel, ni Musk, ni Netanyahu, ni Yarvin, ni Bannon lo controlan. En muchos casos, Trump ha ignorado, desplazado o incluso rechazado a quienes lo apoyaron.
El trumpismo no es una doctrina, sino un movimiento de síntesis reactiva: populismo anti-élite + nacionalismo económico + conservadurismo cultural + liderazgo personalista. No existe una “agenda única” detrás, sino una colisión de intereses diversos: libertarios, cristianos evangélicos/sionistas, nacionalistas blancos, conservadores tradicionales, realistas geopolíticos, etc. Muchos de estos grupos ni siquiera se llevan bien entre sí.
La idea de que alguien todopoderoso controla a Trump tras bambalinas es atractiva narrativamente, pero débil en términos analíticos y empíricos. No hay una agenda oculta dirigida por Thiel, Yarvin ni por ningún titiritero ideológico. Lo que existe es una convergencia circunstancial de actores con intereses distintos pero coyunturalmente compatibles.
Trump no encaja fácilmente en las etiquetas tradicionales. No es el enemigo frontal del sistema que algunos idealizan, ni un títere de las élites globalistas como afirman ciertas teorías extremas.
Lo que sí parece claro es que su figura ha sido útil para reconfigurar el debate político, polarizar a la opinión pública y posicionarse como símbolo de una nueva derecha nacionalista, emocional y reactiva.
Es una figura pragmática, carismática, oportunista y con fuerte instinto de poder. El trumpismo no es una doctrina escrita, sino un campo de fuerzas en tensión.
¿Aliado del pueblo o parte del sistema? Esa pregunta no admite una respuesta absoluta: refleja una disputa simbólica en una era donde la política se libra tanto en los hechos como en la percepción.
Por Theo Belok, padre de la Teoría Soberanista; escritor y analista geopolítico, autor de "Trump contra el Globalismo" y "Globalismo: ¿Qué es y cómo derrotarlo?. Sigue sus análisis en su sitio oficial (teoriasoberanista.com).